Claves para afrontar la recuperación, de Roberto Martínez Vidal

Creo que somos todos conscientes de que estamos viviendo una serie de cambios que están afectando a la mayoría de ámbitos de nuestra forma de vivir.

En un contexto de cambios muy complejos, importantes e intensos que generan una sensación de incertidumbre, inestabilidad e inseguridad en todas las organizaciones. Y es en este contexto donde debemos aprovechar que la situación desemboque, inequívocamente e irremediablemente en un cambio del actual modelo productivo y que se apoye en la innovación, las nuevas tecnologías, la calidad, la internacionalización de las empresas y el fomento de la educación.

Hay que lanzar el mensaje de que saldremos de esta. No nos cabe duda. Y tenemos que empezar nosotros mismos a colaborar para que se despeje cuanto antes esta situación de incertidumbre agobiante, sin dejar que sólo la administración empuje hacia adelante. En eso estamos muy equivocados.

La crisis, la incertidumbre, es una pesada losa. Ya lo estamos viendo. Pero de nada sirve lamentarnos. Soy de las personas que piensan que es un verdadero tiempo de oportunidades y de crecernos ante las dificultades. Los pesimistas observan el mundo y se quejan de él; los optimistas lo cambian.

Y algo muy importante: si de algo ha servido este crash económico y social, es para recolocar algo muy importante que habíamos perdido: los valores.

Unos valores fundamentales para el desarrollo personal, social y económico: esfuerzo, aprendizaje continuo, afán de superación, trabajo en equipo, rigor, disponibilidad, responsabilidad, compromiso, honestidad…

El cambio empieza en nosotros, en las pequeñas cosas. Y sólo avanzaremos con el objetivo de sentar unas bases sólidas si somos capaces de cambiar nuestros hábitos de trabajo y profesionalidad. Y las empresas, las organizaciones en general, tienen que ser muy conscientes de que deben corregir ciertos modelos de gestión y comportamiento obsoletos, y que tienen obligatoriamente que adaptarse a la nueva situación, que en el fondo, todos deseamos inexorablemente.

Dar soluciones apoyadas en la gestión de lo simple, de lo básico para conquistar la complejidad de las cosas y la situación de desconcierto e incertidumbre. La sencillez, la lógica, por favor, tienen que ser la punta de lanza de una estrategia organizativa en la que la creatividad y la innovación se conviertan en los actores principales. Hay que eliminar lo ilógico, lo irracional, lo innecesario, lo banal, en definitiva todo lo que no aporta valor, eliminando sus costes y aumentando en definitiva la eficacia y la eficiencia.

Los Retos de la economía española.

Modificar la estructura sectorial de la economía española para favorecer el crecimiento sostenible a través de un fortalecimiento de la productividad, que crece cuando se destruye empleo.

La competitividad de costes de la economía española debe mejorar adecuando los incrementos salariales a la productividad, no a la inflación.

Mientras nuestro objetivo prioritario no sea la inversión en innovación, capital humano e intangible, que es clave en la estrategia de crecimiento en toda economía, no seremos un país competitivo.

Reformar de una vez por todas, nuestro mercado laboral. Es una medida trascendental. Su objetivo prioritario debe ser la mejora de la competitividad de nuestras empresas.

Hay que reducir la incertidumbre y el coste que actualmente existe para ajustar los niveles de plantilla ante variaciones temporales o permanentes de la demanda.

Hay que hacer más fácil la introducción de cambios internos en la organización del trabajo.

Apostar inequívocamente, y como uno de los pilares sobre el que se sustente nuestro cambio de modelo económico, la formación de los trabajadores.

Y la flexibilidad en el comportamiento de empresas y de trabajadores para poder llegar a acuerdos con la reforma de los Convenios.

España está en una encrucijada, en un momento histórico, en el que tiene que elegir si quiere convertirse en una economía basada en el conocimiento, invertir drásticamente en Innovación.